SE LE ESCAPÓ EN EL FINAL
Desde uno de los sitios que
refieren al Torneo Inicial de AFA –“El Gráfico” (deportes a diario)– “bajamos”
una visión, muy acertada por cierto, del cotejo que Olimpo y Estudiantes de La
Plata jugaron, este sábado (5), en el Carminatti. Vale leerlo, realmente,
porque dibuja una realidad de 90 minutos… y algo más.
Estudiantes ganaba tranquilo
en Bahía Blanca y conseguía su primer triunfo como visitante en el torneo, pero
en el minuto 44 apareció un ex Pincha, Sarulyte, para darle el empate a Olimpo
y calmar un poco a la gente.
A los ponchazos. A los
porrazos. A los golpes. Sin idear. Sin elaborar. De arrebato. Con lo poco que
tiene. Con lo que le queda. Con ese rejunte de futbolistas sin demasiado
brillo, Olimpo va. Busca, al menos, el consuelo del empate ante Estudiantes,
con el que pierde 1-0 cuando quedan unos pocos segundos para el final del juego
en el Estadio Roberto Carminatti. Falta un minuto y el tiro libre en la
cercanía del arco defendido por Gerónimo Rulli asoma como la gran esperanza
para el aurinegro. Leonardo Gil, entonces, se toma su tiempo. Acomoda la pelota
cerca del vértice derecho del área grande, da dos pasos hacia atrás y se
perfila hacia un costado para enviar un centro cerrado con la pierna zurda.
Ahí, en ese instante, con esa
bola aún sin movimiento, al Pincha se le empieza a esfumar la oportunidad de
lograr su primera victoria fuera de La Plata en el torneo. Ahí, en esa decisión
de resguardarse cerca de su arquero sobre el cierre del partido, comienza a
perder dos puntos en su visita a Bahía Blanca.
Ahí el León termina de anular
la expectativa de mantenerse en el pelotón que todavía fantasea con el
título. Y concluye con una herida que duele un poco más porque lleva el sello
propio: Pablo Lugüercio, delantero surgido en el club platense, peina el centro
de Gil y por el segundo palo aparece Matías Sarulyte, otro ex Pincha, para
meter la punta del izquierdo. Para marcar su primer gol en Olimpo y para
despojar a sus ex compañeros de la primera alegría en condición de
visitante.
Y el central no se priva de
gritar esa igualdad agónica. Walter Perazzo también celebra: sabe que ese gol
le da algo de aire mientras crecen las cuestionamientos por una campaña que, de
todos modos, tiene gusto a poco para el aurinegro: cosecha siete puntos en el
Inicial 2013 -sólo supera a Racing, el único equipo que todavía no ganó en el
torneo- y continúa sumergido en el último lugar de la tabla del descenso.
El 1-1, en definitiva, aplaca
parte de la bronca de esos hinchas que, unos minutos antes, habían comenzado a
insultar a los jugadores en un segundo tiempo en el que Estudiantes dominó
desde el principio hasta el minuto 44, el momento exacto en el que se le cayó
todo lo que había construido hasta allí.
Porque, después de un muy
flojo primer tiempo de ambos equipos, el cuadro dirigido por Mauricio
Pellegrino había puesto el pie en el acelerador en el complemento. Había
logrado, con Román Martínez como conductor, ponerse en ventaja con el cabezazo del
inquieto Carlos Auzqui. También había creado otras ocasiones para aprender a
ganar de visitante.
Pero sobre el final
Estudiantes dejó de atacar. Regaló la pelota y los ex que hoy juegan en Olimpo,
en ese tire libre postrero, le borraron la sonrisa.
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