ADIÓS A JULIO OCHOA, UN GRANDE DEL FÚTBOL



Empezábamos a ir al viejo estadio, cuando el “Vasco” era un “2” de excepción. Superó al mismísimo Colman. Fue gloria del Olimpo 7 veces campeón (49 al 55).

Silvio Coccia; Julio Ochoa y Melitón Kliun; Oscar Firmapaz, Armando León y Ricardo Urquijo; Eduardo Bualó, Alfredo Serra, José Hernández, Lorenzo Ceballos y Néstor Río. Esa fue una de las formaciones, que podían decirse de corrido, cuando de Olimpo se trataba, allá por fines de los ‘40 y primera mitad de la década de los ’50 del siglo que se fue. Ese equipo ganó 7 títulos consecutivos, entre el 49 y el 55.

Cuando ese plantel hacía tabla rasa por aquí (pero no podía acceder a otros niveles, porque no estaba previsto en el esquema del fútbol argentino), el “Vasco” Ochoa era, sin duda y por lejos, el mejor back central del fútbol de estos pagos.

Prolongó largamente su vigencia, con una personalidad y un juego que lo hicieron algo de lo más seguro, y también vistoso, que pudo “gustarse”, desde las tribunas de tablones del viejo estadio de Avenida Colón y Angel Brunel.

Una noche, de aquellas que eran de fiesta, con la presencia de algún equipo profesional en temporada de verano, vino el Boca campeón del ’54, cuyo zaguero central era Colman (hacía dupla con Otero), jugador de Selección; y su “centro delantero” y goleador, era nada menos que José “Perino” Borello, aurinegro, que brilló con sus goles en ese zeneize ganador y en el combinado argentino que ganaría el Sudamericano del 55.

Sin embargo, la figura fue el “Vasco”, de temible disparo cada vez que ejecutaba un tiro libre o era el indicado para “meterla”, inequívocamente, desde los 12 pasos.

Pero esa fue sólo una actuación brillante más de un fuera de serie, baluarte de la selección liguista que ganó el recordado Becar Varela del ’61; el mismo que dio cátedra luciendo la casaca de El Quequén de Oriente, en tiempos del éxodo que hizo que muchas figuras de acá jugaran en la Liga Tresarroyense y llevaran muy alto el nombre de ese “once”.

Ochoa, quien al igual que León, señorial centro half de la época, era asiduo concurrente, por las costumbres de esos tiempos de mitad del viejo siglo XX, a la agencia de Sarmiento 38, la de José, el tío Lalo, olimpiense y racinguista de alma, de quien uno aprendió quiénes eran los mejores de aquí y de allá, en eso de jugar a la pelota con todo el espíritu del “potrero”, que también supimos frecuentar.

El “Vasco” no hizo base en el fútbol porteño; el sistema no lo permitió: su calidad, lejos muy superior a la de los más consagrados, fue insuperable en los torneos de “cabotaje”. Salía jugando, desde el área, después de imponer su prestancia. La “sacaba, jugándola”.

Fue una estrella, de aquellas perdurables, que hizo siempre fácil la maniobra más difícil. Zaguero a la antigua, con la clase que hizo notorio, muy grande, al fútbol nuestro.

LMS

LA FOTO

Olimpo del ’53, con históricos en su formación. Entre ellos, el “Vasco” Ochoa (gentileza de Carlos Ighina, desde Córdoba).

Comentarios

Mariano ha dicho que…
Leyendo la nota, creo que la idea de retirar la "2" del aurinegro por Maurito Laspada, ídolo de estas épocas, no sería justa con la historia del propio aurinegro. No, Eduardo??? Igual te queremos Mauro y sos el más grande de ésta época, ahora sin duda alguna ya que Regoelio ahora viste la tricolor!!!
Anónimo ha dicho que…
Importante el recuerdo para este grande de OLIMPO que partió. Se va casi junto con el goleador histórico de Boca del que se està acordando hoy la prensa porteña. Prodigiosa memoria la del periodista hincha de OLIMPO que reseña la trayectoria de Ochoa. Coincido con mariano, en que se me fue la mano al pedir la desafectación de la "2" en homenaje a Laspada, a quien de todos modos le estaremos siempre agradecidos por su entrega. Y lo de Rogelio jugando en....ese lugar...pues, sólo debe ser tomado como la defensa de la fuente de laburo. Rogelio: ¿hacía falta descender a los infiernos para valorar el lugar en el que habitan los dioses?
LA TRASTIENDA DE BAHÍA ha dicho que…
Camino del centenario de Olimpo, se fueron dos grandes: Silvio Gilberto Coccia y ahora Julio Augusto Ochoa. Ambos hicieron época cuando uno iba, de chico, al viejo estadio, no lo era tanto entonces. Si las cosas de entonces hubieran tenido la trascendencia mediática de hoy en día, no cabe duda que el "Vasco" hubiera estado, por lejos, en la Selección Nacional del '55. De aquel mismo equipo, José Hernández era, paradójicamente, un "elegido". Pero coincidió con "Pepino" Borello, cuando fue a Boca y tuvo que volver, para seguir haciendo goles aquí y, cosa rara, ser también, campeón al básquet, en Primera y con Barracas, en el '58.
LA TRASTIENDA DE BAHÍA ha dicho que…
Dijo Carlos Ighina, desde Córdoba

Estimado Luis:
Conocí la calidad del Vasco Ochoa hacia 1949, cuando su talento juvenil lo había proyectado a primera, jugando de "centrojás", luego de haber sido formado en la inferiores aurinegras, en reemplazo del mismísimo Armando León, figura cúspide del Olimpo de todos los tiempos.
En esos momentos la estrella de Ochoa estaba en alza y la sabia veteranía de León se hallaba declinante. Pronto el Vasco llegó a compartir con Alberto Baccini, de Tiro Federal, la titularidad del seleccionado de la Liga del Sur en la plaza de centro medio. Mientras tanto, Armando León, humildemente en su fidelidad olimpiense, jugaba en la reserva, alentado por la voz del gordo Prieto de los altavoces del estadio, quien lo animaba al grito de ¡Vamos, Patrón! ¡Dale, Patrón!.
Derrochando espíritu, la recuperación de León no tardó en llegar y ello permitió el hallazgo de Julio Ochoa como "2", coincidiendo con el retiro del legendario Tatusa Duca, que brillara en Boca y Lanús.
La trascendencia futbolística de Ochoa no solamente había opacado a Colmán -quien vivió un corto período en Bahía trabajando en la DGI, al tiempo que el Vasco hacía lo propio en Rentas- sino también al gran Pedro Dellacha, por lo menos cuando se presentó con el Quilmes recién ascendido en el verano de 1950.
Ochoa y José Hernández fueron llamados a probarse en Banfield, cuando El Taladro ya no tenía el equipo subcampeón de 1951, pero la miopía de los entonces técnicos del club de Valentín Suárez impidió la incorporación de dos jugadores de notable valía para el fútbol argentino.
Un recuerdo. Ese año de 1949, el primero de la heptuple hazaña de Olimpo, solía ubicarse en mis cercanías, en los tablones de Olimpo, un señor mayor, de tez morena y estatura mediana, siempre con traje y sombrero. Serio y callado aún en los momentos más eclosionantes, que no quitaba su mirada del centro del campo, como meditando la destreza del "5": era el padre del vasco Ochoa.
Un gran abrazo ...
El_Acertijo ha dicho que…
mi papá, Fito Garcia, jugó con el Vasco Ochoa cuando el empezaba y me dijo que era un 2 de excepción! un Crack!

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