SIEMPRE HAY UN MOMENTO PARA RECORDAR LA VERDAD
El deporte que vivimos y que también promovimos (desde lo periodístico). Etapas de más de medio siglo. Las disciplinas que jugamos y las que nos tuvieron en la dirigencia.
El triunfo de Argentina, en el mundial de handbol Suecia 2011, precisamente ante la selección del país anfitrión, y gran candidato por antecedentes, este martes (18), nos retrotrae a la época del secundario.
Por entonces, donde hoy se levanta el monumental gimnasio enclavado en la esquina de Moreno y Güemes, estaba la cancha de baldosas del Colegio Don Bosco de siempre. La que supo de las clases de educación física, a cargo de los recordados profesores, ambos de Punta Alta, nada más y nada menos que Alcides Nanni y Roberto Ríos, a quienes cíclicamente seguimos viendo muchos años después, por el ejercicio del periodismo deportivo primero; la función pública en la Dirección de Deportes de la Municipalidad de Bahía Blanca; y muchas otras actividades que nos ligaron de lleno y desde siempre a las manifestaciones deportivas. Ellos dejaron, eso sí, un recuerdo imborrable, que se hizo presente cada que, andando los encontramos por muy diversas razones.
Con ellos, profesionales de excelencia, aprendimos a jugar handbol o el balonmano o como quiera llamársele, para el que fuimos incluso más hábiles que para el fútbol propiamente dicho, aunque no tanto como para el básquetbol e incluso el atletismo, sin olvidar que alguna vez integramos el famosísimo equipo de tenis de mesa del Centro de Exalumnos de Dos Bosco, contribuyendo a sumar puntos para no pocos logros de esa formación que lideraban Jorge Perrone y Raúl Vercesi.
La cosa fue tan así que, alguna vez, hace tiempo y a lo lejos, estuvimos aportando, cuando don Walter Gazzola emprendió la patriada de conformar la Asociación Bahiense de Handbol. Fuimos consecuentes con una participación que nos hizo, en cada momento, integrar también los entes directivos de la Asociación Bahiense de Softbol; de la Liga Bahiense de Béisbol; de la Federación Atlética del Sud; de la Asociación de Voleibol del Sur y también la Federación Bonaerense de esa disciplina, como así de la recordada Confederación Bahiense de Deportes, generada a impulsos del gobierno municipal y encabezada por don Humberto Mancini, presidente del club Villa Mitre, allá por principios de los ’60 del siglo que se fue.
Jugamos handbol, sí, cuando apenas si la disciplina empezaba a conocerse en los colegios, décadas atrás, como lo hicimos en el básquetbol; y el fútbol independiente (conduciendo equipos infantiles que ganaron torneos y más torneos, en el viejo Oratorio San José o en los barriales del Colegio La Piedad donde nunca perdieron siquiera un partido); el voleibol; el softbol (lo llevamos a Villa Mitre en los ’60); el atletismo; y el ajedrez, promoviendo certámenes en los que surgió uno de los más notorios cultores del juego-ciencia que dio la ciudad, como Jorge Dubín.
Nos ufanamos, y con razón, de haber “sacado” al voleibol de los escenarios céntricos, para llevarlo a los clubes de los suburbios de Bahía Blanca. También, de haber hecho escuela en la promoción periodística del softbol, cuando otros, mucho después, usaron la disciplina para viajar, después que la “rescatamos” del olvido y la desaparición, respaldando un “volver a vivir” del juego en el entrañable estadio de Las Tres Villas, recuperado para el deporte en la gestión con la que nos distinguió ese intendente notorio y ejemplar que fue don Víctor Julio Mario Puente.
Le dedicamos horas y esfuerzos (era nuestra obligación y nuestra responsabilidad, pero la asumimos mucho más allá de esa función) a la Fiesta Nacional del Básquetbol (1983), pero también a los Juegos Deportivos de Verano, que convocaron cientos de niños, jóvenes y mayores, en el complejo Las Tres Villas, en 1982. Generamos, entonces y allí, el incipiente movimiento que, años después, determinó la creación de la Liga de Fútbol Infantil, incorporada más tarde a la Liga del Sur, con la oficialización de las categorías promocionales.
Contribuimos, desde la gestión, a la reconstrucción del gimnasio del club Estrella, destruido por un tornado en febrero de 1982. Tuvimos que ver con obras deportivas en el Parque Independencia y también con el mejoramiento de aquello que era deporte en el Parque Illia.
Hicimos realidad aquella prueba pedestre que suplió al Circuito de Reyes, el 5 de enero de 1983, cubriendo un vacío y generando, sin pensarlo, lo que todavía es hoy un motivo de polémica: si esa tradicional carrera llegó a 52 o 53 ediciones. Si se rompió o no, algún eslabón de esa historia que no puede discutirse, porque ha sido, es y será, gracias a “Chiche” Senesi, la prueba atlética emblemática de Bahía Blanca y todo el interior del país.
Alguna vez, hace tiempo y a lo lejos, llevamos de la mano, y nadie puede desmentirlo, a jugar básquetbol, a uno de los más grandes de toda la historia del deporte que es símbolo aquí. Sí, ¡a Alberto Pedro Cabrera!, sin duda junto a Atilio Fruet, y ahora Emanuel Ginóbili, ¡inigualable!.
Y todo esto, surgió, espontáneamente, porque este martes (18), viendo como Argentina hacía lo suyo en el Mundial de Handbol, ganándole a Suecia, se nos dibujaron imágenes de toda una vida detrás y por el deporte.
Es que alguna vez, en noviembre de 1981, un ignoto cronista deportivo, que conoció poco y mal de qué se trata, tuvo la feliz idea (¿o todo lo contrario?) de reprocharle al intendente Puente nuestro nombramiento como primer director de Deportes del municipio.
Los antecedentes acuñados a través de años en la dirigencia (sin olvidar que estuvimos en el Barracas Central de la época de oro del “Bosque”; en el florecer un club de barrio como Cruz del Sud; y creando, en 1957, la Liga Deportiva Interparroquial); y los hechos posteriores, dijeron a las claras del porqué de la designación.
No podemos olvidar, tampoco, que ese mismo copiador de escritos de otros, hizo lo imposible por entorpecer la presidencia que asumimos, a principios de los ’80, para rescatar del olvido y la disolución (cuando las puertas de Martín Fierro 572 estaban cerradas y adentro se arrumbaban muebles destruidos) al Círculo de Periodistas Deportivos, después de un prolongado período de inactividad.
Recordar todas estas cosas sólo anida el ferviente deseo de que, en esto, como en otras alternativas mucho más significativas de la vida de la ciudad, se diga, absolutamente, toda la verdad. No es un ejemplo, sin duda. Es sólo la realidad palpable que no puede desmentirse. Y que merece, además, ser evocada para conocimiento de las nuevas generaciones..
Luis María Serralunga
El triunfo de Argentina, en el mundial de handbol Suecia 2011, precisamente ante la selección del país anfitrión, y gran candidato por antecedentes, este martes (18), nos retrotrae a la época del secundario.
Por entonces, donde hoy se levanta el monumental gimnasio enclavado en la esquina de Moreno y Güemes, estaba la cancha de baldosas del Colegio Don Bosco de siempre. La que supo de las clases de educación física, a cargo de los recordados profesores, ambos de Punta Alta, nada más y nada menos que Alcides Nanni y Roberto Ríos, a quienes cíclicamente seguimos viendo muchos años después, por el ejercicio del periodismo deportivo primero; la función pública en la Dirección de Deportes de la Municipalidad de Bahía Blanca; y muchas otras actividades que nos ligaron de lleno y desde siempre a las manifestaciones deportivas. Ellos dejaron, eso sí, un recuerdo imborrable, que se hizo presente cada que, andando los encontramos por muy diversas razones.
Con ellos, profesionales de excelencia, aprendimos a jugar handbol o el balonmano o como quiera llamársele, para el que fuimos incluso más hábiles que para el fútbol propiamente dicho, aunque no tanto como para el básquetbol e incluso el atletismo, sin olvidar que alguna vez integramos el famosísimo equipo de tenis de mesa del Centro de Exalumnos de Dos Bosco, contribuyendo a sumar puntos para no pocos logros de esa formación que lideraban Jorge Perrone y Raúl Vercesi.
La cosa fue tan así que, alguna vez, hace tiempo y a lo lejos, estuvimos aportando, cuando don Walter Gazzola emprendió la patriada de conformar la Asociación Bahiense de Handbol. Fuimos consecuentes con una participación que nos hizo, en cada momento, integrar también los entes directivos de la Asociación Bahiense de Softbol; de la Liga Bahiense de Béisbol; de la Federación Atlética del Sud; de la Asociación de Voleibol del Sur y también la Federación Bonaerense de esa disciplina, como así de la recordada Confederación Bahiense de Deportes, generada a impulsos del gobierno municipal y encabezada por don Humberto Mancini, presidente del club Villa Mitre, allá por principios de los ’60 del siglo que se fue.
Jugamos handbol, sí, cuando apenas si la disciplina empezaba a conocerse en los colegios, décadas atrás, como lo hicimos en el básquetbol; y el fútbol independiente (conduciendo equipos infantiles que ganaron torneos y más torneos, en el viejo Oratorio San José o en los barriales del Colegio La Piedad donde nunca perdieron siquiera un partido); el voleibol; el softbol (lo llevamos a Villa Mitre en los ’60); el atletismo; y el ajedrez, promoviendo certámenes en los que surgió uno de los más notorios cultores del juego-ciencia que dio la ciudad, como Jorge Dubín.
Nos ufanamos, y con razón, de haber “sacado” al voleibol de los escenarios céntricos, para llevarlo a los clubes de los suburbios de Bahía Blanca. También, de haber hecho escuela en la promoción periodística del softbol, cuando otros, mucho después, usaron la disciplina para viajar, después que la “rescatamos” del olvido y la desaparición, respaldando un “volver a vivir” del juego en el entrañable estadio de Las Tres Villas, recuperado para el deporte en la gestión con la que nos distinguió ese intendente notorio y ejemplar que fue don Víctor Julio Mario Puente.
Le dedicamos horas y esfuerzos (era nuestra obligación y nuestra responsabilidad, pero la asumimos mucho más allá de esa función) a la Fiesta Nacional del Básquetbol (1983), pero también a los Juegos Deportivos de Verano, que convocaron cientos de niños, jóvenes y mayores, en el complejo Las Tres Villas, en 1982. Generamos, entonces y allí, el incipiente movimiento que, años después, determinó la creación de la Liga de Fútbol Infantil, incorporada más tarde a la Liga del Sur, con la oficialización de las categorías promocionales.
Contribuimos, desde la gestión, a la reconstrucción del gimnasio del club Estrella, destruido por un tornado en febrero de 1982. Tuvimos que ver con obras deportivas en el Parque Independencia y también con el mejoramiento de aquello que era deporte en el Parque Illia.
Hicimos realidad aquella prueba pedestre que suplió al Circuito de Reyes, el 5 de enero de 1983, cubriendo un vacío y generando, sin pensarlo, lo que todavía es hoy un motivo de polémica: si esa tradicional carrera llegó a 52 o 53 ediciones. Si se rompió o no, algún eslabón de esa historia que no puede discutirse, porque ha sido, es y será, gracias a “Chiche” Senesi, la prueba atlética emblemática de Bahía Blanca y todo el interior del país.
Alguna vez, hace tiempo y a lo lejos, llevamos de la mano, y nadie puede desmentirlo, a jugar básquetbol, a uno de los más grandes de toda la historia del deporte que es símbolo aquí. Sí, ¡a Alberto Pedro Cabrera!, sin duda junto a Atilio Fruet, y ahora Emanuel Ginóbili, ¡inigualable!.
Y todo esto, surgió, espontáneamente, porque este martes (18), viendo como Argentina hacía lo suyo en el Mundial de Handbol, ganándole a Suecia, se nos dibujaron imágenes de toda una vida detrás y por el deporte.
Es que alguna vez, en noviembre de 1981, un ignoto cronista deportivo, que conoció poco y mal de qué se trata, tuvo la feliz idea (¿o todo lo contrario?) de reprocharle al intendente Puente nuestro nombramiento como primer director de Deportes del municipio.
Los antecedentes acuñados a través de años en la dirigencia (sin olvidar que estuvimos en el Barracas Central de la época de oro del “Bosque”; en el florecer un club de barrio como Cruz del Sud; y creando, en 1957, la Liga Deportiva Interparroquial); y los hechos posteriores, dijeron a las claras del porqué de la designación.
No podemos olvidar, tampoco, que ese mismo copiador de escritos de otros, hizo lo imposible por entorpecer la presidencia que asumimos, a principios de los ’80, para rescatar del olvido y la disolución (cuando las puertas de Martín Fierro 572 estaban cerradas y adentro se arrumbaban muebles destruidos) al Círculo de Periodistas Deportivos, después de un prolongado período de inactividad.
Recordar todas estas cosas sólo anida el ferviente deseo de que, en esto, como en otras alternativas mucho más significativas de la vida de la ciudad, se diga, absolutamente, toda la verdad. No es un ejemplo, sin duda. Es sólo la realidad palpable que no puede desmentirse. Y que merece, además, ser evocada para conocimiento de las nuevas generaciones..
Luis María Serralunga
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