EL 19 DE OCTUBRE, EL SOFTBOL Y... UN VOLVER A VIVIR
Emotivo reencuentro con los
recuerdos y las nostalgias, mientras pasan los años...
Osvaldo Paciarotti |
Atrás quedaron, reservadas
apenas en un imaginario rincón de los recuerdos, las imágenes del invierno de
1965. Una tarde de domingo, en ese espacio lindante al Parque de Mayo, fue la
última vez en que –desde la posición del pitcher– jugué un partido de softbol,
con la vestimenta roja de Villa Mitre.
Casi una ironía, un poco por
el color elegido; por el club (¿jugar a algo por los “villeros”, dicho esto y
ahora con todo respeto?); porque allí habíamos recalado con la formación casi
completa de Cruz del Sur (equipo de la esquina de Thompson y España); y porque,
de alguna manera, se habían escapado todas las ilusiones del “club” del barrio,
nacido de las largas charlas con quienes formaron parte de la infancia, de la
adolescencia y de la primera juventud.
De todas maneras, el punto
final era una consecuencia lógica (si algo de eso puede haber en el devenir de
los años) de la nueva realidad: una familia que recién empezaba a formarse; el
ejercicio atrapante de una vocación –el periodismo– abrazada para toda la vida
(con todas sus exigencias); y la decisión, finalmente, de no estar ya mañana y
tarde, jugando (en primera y en reserva); dirigiendo equipos de menores;
haciendo de árbitro; y buscando estar a tono con las normas competitivas de
toda disciplina deportiva.
Nada hacía suponer, ni por
asomo, que 48 años después estaría en ese mismo lugar, con el peso de los años
(dos “vidas” más habían pasado ya, de los 24 a los 72 años) y con la misma ansiedad,
casi, de las previas de cada partido jugado en los tiempos jóvenes. Claro que
por muy distintas razones: ¿será un “papelón” no pegarle siquiera a la pelota
en la caja de bateo?; ¿qué diferencias habrá, más allá de los años, con otros
de la misma generación?; ¿se caerá una pelota que viene para tomarla “de
aire”?; ¿qué pasará si el lanzador no tira cuatro bolas malas que permitan
llegar, siquiera, a la primera base sin correr?; ¿se podrá intentar un “band”?;
e interrogantes parecidos.
Carlos Cano |
Sin embargo, a poco de llegar,
algunas “expectativas” se fueron diluyendo, a la vista de un momentáneo
presente: salvo honrosas excepciones, los años pasaron para todos por igual; a unos y a otros les cuesta correr una
pelota en el sector de fildeo; hasta “jonroneros” de antes yerran con el bate
como uno; apenas si llegan a primera; el pase de tercera a primera se escapa de
las manos; el filder la ve pasar sin poder siquiera intentar hacerse de la
pelota y devolverla al diamante; y todas cosas por el estilo.
Algunos un poco más; otros un
poco menos, todos están en la misma. Uno, también. Importa más, a cada quien,
distinguir una cara, que fue muy conocida (¿vos sos…?); o sentir que un abrazo
achica toda una vida transcurrida, para que “parezca que fue ayer”, nomás, que
estuvimos deseando que cuatro bolas malas permitieran estar en primera y con
las bases ya cubiertas, el que llegó a tercera, entre al “home” y anote una
carrera.
Miguel Suárez |
Fue en la tarde del pasado
sábado (19) en Avenida Alem y Florida. Allí estuvimos, sí, a la vuelta de los
48 años que pasaron. Y hay mucho más para decir, para intentar “dibujar” todas
las emociones de un reencuentro.
Pensamos que no está mal, sino
todo lo contrario, “tomar” un mensaje de Silvina Paciarotti, dirigido a su papá
(Osvaldo) a través de Facebook.
Ella dijo: “Papi, llegó el
gran día. Hace muchos días que te tiene a las corridas toda la organización,
pero ahora ya es el momento de relajarse y disfrutar cada minuto. Espero que la
pases super bien con tan buenos amigos que te regaló tú gran pasión, ‘el
softbol’.Y por lo que has soñando y trabajado tanto. Te quiero muchísimo y a
disfrutar”.
Y es muy cierto. Si hay algo
para destacar, de antemano, es el esfuerzo de Osvaldo para hacer realidad el
reencuentro. Todo un desvelo, por días plenos de llamados; de conversaciones;
de mensajes; de invitaciones por las redes sociales. Es justo decirlo:
¡gracias, Osvaldo!.
Los Yankees: un multicampeón |
Nos ubicamos, ahora, en aquel
lugar lleno de nostalgias. Habíamos hablado mucho de esa cita, con Néstor
Postilla, uno de los “batalladores” que por años (¿décadas?) no se guardó nada
para darle al softbol todo su entusiasmo; muchas horas; mucho trabajo, que a la
distancia se traducen en evocaciones puntuales. De él tomamos la “decisión”
(para mentira) de ir hasta la cancha tantos después. Porque más allá de las
dudas, había reservas, ya comentadas. Y la incertidumbre sobre algún encuentro
“no deseado”, aunque hubieran pasado los años.
Pero todo fue distinto. Y así
pasaron los saludos, con abrazos, con imágenes de un pasado, agolpándose.
¿Nombres?. Muchísimos, aunque
la enumeración pueda resultar escasa: César Bottaro, (Néstor) Postilla, Jorge Meloni, Raúl Dómina, Carlos y Rubén
Giacomodonato, Miguel Suárez, José
“Tito” Coccia, Enrique Anselmi, Rubén Crucianelli, Juan Carlos “Lito”
Brandauer, César Monti, Horacio Sapienza, Carlos Cano, Rubén Scafetto, Ricardo Flood (estuvo a la
noche), Oscar Prada, Nebel Mouro, Carlitos Fernández, Luis Crismanich, Alberto
Severini, Ricardo Brandt, Carlos Alberto Ferretjans, Luis Sanza, Hernán Alvarez, Edgardo Fernández Stacco…
Hubo detalles. Como entonar
aurora mientras la bandera subía en el mástil. Y nuestro Himno Nacional. No
faltó la “presentación olímpica”. Los anfitriones –Los Indios- por un lado; los
“rivales amigos”, por otro. Como para que todos, sin excepción, se sintieran
retornados (con no poca emoción) a los tiempos que se fueron…
Como la cosa estuvo
10/10, hubo relator, dándole a cada
pasaje su especial connotación. Con gente (como uno) que la vio pasar. Pero no
fue óbice para disfrutar. Podría suponerse (no hubo puntuación reglamentaria)
que ganaron los amigos o los rivales de los amigos. No era importante el
“score”; sí, vivir a pleno la tarde, hasta que las primeras sombras del
anochecer cubrieron el campo, ese mismo de tantas jornadas inolvidables,
anidadas en el recuerdo.
Hubo un tiempo para prolongar
la charla; y para pensar en la cita de la noche, en Liniers (cena mediante),
cuando se daría rienda suelta, con una animada charla, a anécdotas de todo
tipo, de aquellos sucesos que jalonaron un momento entrañable de tantos
protagonistas, a la vuelta de la vida.
Osvaldo y la gente joven de
los Indios se prodigaron en acentuar el ambiente de animación, cordialidad y
nostalgias que le dio motivo a un reencuentro que será perdurable.
Que 60 años no son nada, es
muy cierto, porque quedó flotando la sensación de que algo más, vendrá pronto,
para revivir episodios transcurridos por décadas.
A casi nadie extrañó que algún
personaje (a quien paradójicamente distinguieran en otro lado por su aporte al
softobl) estuviera ausente. Es más, se diría que para no pocos resultó mejor
que así fuera.
El sábado 19 de octubre, para
todos los que estuvieron (y aún para quienes adhirieron a la distancia), no fue
un día más. Felizmente, fue un volver a vivir…
Nota del editor
1.- Se apreciará la demora en
editar este comentario. Primero, fue para apartarlo de las primeras
sensaciones; después, en espera de fotos…
2.- Se verá que hay fotos de
protagonistas, sacadas totalmente del marco de lo deportivo. Disculpas
anticipadas.
3.- Se nos escapan nombres de
los más jóvenes que estuvieron el 19 (no los conocemos, por diferencias
generacionales). Pero valoramos su presencia, porque supieron tolerar los
desajustes (maniobras fallidas) de los “más que veteranos”.
4.- Hubiéramos querido
incluir, en las imágenes, a figuras con las que el reencuentro fue realmente
muy emotivo. No las conseguimos.
5.- No estuvieron, por muy
distintas razones, pero englobamos sus nombres, cualesquiera hayan sido las
razones de sus ausencias (porque hay, incluso, algunos –los menos- que
disfrutaron desde el más allá). Pero vamos: Berto Lucaioli, Eduardo
Gouarnalusse, Tomás Urbistondo, Néstor Galván, Luis Crisóstomi, Guillermo
Brandauer, Juan Carlos Collina, Julio Escamilla, Jorge Bottaro, Martín Balda,
Hugo Prada, Omar Garro, Néstor Sánchez, Jerónimo Avellaneda, Norberto Guerrero, Feliciano Napal,
Daniel Soria, Guillermo Speratti, Eduardo Menna, Osvaldo Siepe, Alberto Espìl,
Francisco Capdesbocq, Néstor Guerra, Roberto De Carolis, Sergio Menichelli, Juan Carlos Roncoroni, Mario Di Federico, Benito Iparraguirre, Juan Carlos Ajesta,
Oscar Conti, Chino Simonovich, Jorge y Carlos Chaz, Epifanio Arrué, Angel Subotta, Jorge Valeriani… y habría muchísimos más.
6.- La acotación anterior nos
mueve a citar algo que, quizás, pueda servir como punto de partida. Pensamos en
el gran homenaje (sin distinción de colores) que el softbol debe rendirle a
quienes, en poco o en mucho, lo hicieron grande alguna vez. O lo afirmaron
cuando era “chico” y desconocido. Tomamos, en parte, ese desafío, para
compartirlo, alguna vez (y cuanto antes) con quienes quieran. Sabemos que ya,
Osvaldo y Néstor, estarían dispuestos. Pero sólo es una expresión de deseos.
7.- Un nuevo ¡gracias!, a
Osvaldo (mentor y ejecutor) y a quienes (ellos lo saben) nos indujeron a estar
allí.
Luis María Serralunga
Comentarios
DE TENER MAS FOTOS SERIA INTERESANTE COMPARTIRLAS..