AUNQUE PASEN LOS AÑOS, BETO ESTÁ…




Homenaje a Alberto Pedro Cabrera que
también jugó en un equipo de barrio


Según marcan las crónicas, este martes (12), se cumplen 8 años de la desaparición física de Alberto Pedro Cabrera. La historia deportiva de la ciudad lo señala, indiscutidamente, como la figura más notable de la disciplina emblemática de Bahía Blanca. Cuando se festejaba el acceso al nuevo milenio se lo distinguió como el deportista del siglo que se fue.
Seguramente y aunque la presencia, hoy, de Emanuel Ginóbili en la máxima competencia del baloncesto mundial, la NBA, marque decididamente el rumbo de los nuevos tiempos (Juegos Olímpicos incluidos), nada borrará la imagen del “Beto” de los repetidos triunfos del básquetbol lugareño.
Integrante de la trilogía más mentada de su época –junto a los notables Atilio José Fruet y José Ignacio De Lizaso– Cabrera brilló con destellos propios en todos los rectángulos de juego. Fue un fuera de serie; un adelantado de aquello que hoy marca diferencias con “Manu”.
Lo que nadie dice, por esas cosas propias de la ciudad, que tantas veces hemos comentado a través de los años, es cómo empezó Beto su tránsito por el deporte que lo hizo incomparable.
Antes de enrolarse en Estudiantes, el club que lo llevó a la fama, Beto tiraba al aro, por horas e incansablemente, en la desaparecida cancha de baldosas de Villarino y Angel Brunel, en el “viejo” Juventud Unida que anidó los sueños del legendario Bill Américo Brusa y que hizo clásica la Copa Federal, en el Salón de los Deportes.
Algunas tardes, en “barrio contra barrio”, que los había también, Cabrera, por entonces haciendo la escuela primaria en la escuela 34, vistió una camiseta celeste, el color elegido para los equipos de lo que fue el club atlético y recreativo Cruz del Sud, afincado en la esquina de Thompson y España, para reunir los sueños de chicos y chicas de ese barrio.
Con esa base, en marzo de 1958, medio siglo atrás, Beto jugó una olimpíada regional, en básquetbol, ante Coronel Pringles, Tres Arroyos y Punta Alta, representando a la Liga Deportiva Interparroquial de Bahía Blanca.
Con Beto (que aparece al lado del árbitro Omar Piña) estuvieron Vicente Eduardo Trinquetella, Néstor Adolfo Sánchez, Luis Alberto Martínez y Luis María Serralunga, que están en la foto de conjunto, publicada por entonces en el diario local.
Nunca, las reseñas del baloncesto de la ciudad hablaron de esa presencia de Cabrera, en un equipo barrial que se animó a jugar también un zonal.
Por esas extrañas e insondables razones que no se divulgan, es frecuente que se olvide que, a mitad de camino entre aquel remoto ’58 y este actualísimo 2008, se hizo aquí (1983) la Primera Fiesta Nacional del Básquetbol, para llevar a la realidad el sueño de siempre del “Lungo”, benemérito del básquetbol.
Una cosa es lo que se dice. Otra muy distinta es la realidad, sobre todo de aquellas cosas que por su pequeña dimensión (o por algunos protagonistas) parecen no “ser historia”. Pero están allí, como para desmentir los olvidos.
Beto, a 8 años de su partida, siempre está. También en el recuerdo de quienes jugaron con él –y él con ellos– antes de su bien ganada fama. La que perdurará por siempre.

FOTOS
Alberto Pedro Cabrera, notable deportista del siglo XX.

Cruz del Sud, equipo que Beto integró antes de la fama.

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