OLIMPO: ENCIMA DE LAS DERROTAS, ATRASOS EN LOS PAGOS
El mal momento aurinegro se aguidiza. ¿Y el dirigente?.
En el mejor momento de la primera rueda de la Primera B Nacional, cuando después de muy flojo comienzo el equipo de Olimpo consiguió seis victorias en fila, que sorprendieron realmente, tanto a propios como a extraños, llegó el fatídico paro de los profesionales, cuando All Boys era el rival de turno.
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No desentonaron los juveniles y rescataron un empate en Floresta. Y como la cosa venía para “sangría”, si así puede decirse, el pésimo manejo dirigencial (por entonces en manos de Sergio Zabaloy) hizo el resto.
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Descartados algunos de los protagonistas de esa “rebelión” (aunque fuera reclamando lo suyo, en un terreno en el que “los de afuera son de palo”), hubo de todo, entre buenas y malas, cuando se jugaba la “interna”, por la asamblea anual y la renovación de autoridades.
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Lo cierto, lo palpable o lo válido (como quiera llamársele) fue que esa serie de triunfos no se repitió y, lo que es peor, la cosa fue transformándose en caída libre. Hubo cambio de CD y volvió el “hacedor” del mejor momento olimpiense (Jorge Ledo), que llevó al aurinegro a Primera A… y que posibilitó, con buen tino, que volviera de inmediato, incluso, cuando le tocó descender.
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Pero una cosa es aquel dirigente, que se las sabía todas, y otra es el que reasumió en diciembre, tras los desaciertos del sustituto “inventado”, que llegó por esas intrigas palaciegas que se dan en los clubes, aunque nadie alcance a entenderlas. Y que son mucho menos entendibles cuando se trata de una institución del interior, de bien ganado prestigio, a la que “le costó un perú” acceder a la divisional de elite, aunque le acompañara una rica historia, que se remonta casi a medio siglo atrás.
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Con la vuelta después del receso (aunque en rigor todo se sabía antes) debió enfrentarse la realidad de las bajas por un lado y de la imposibilidad de generar altas, por otro, por las inhibiciones planteadas a nivel de AFA por jugadores que ya no están.
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El presidente amagó con patear la pelota hacia adelante hablando del 2010 (año del centenario) y la vuelta a Primera A para ese entonces. Y abogó, aunque se lo escucha poco, a diferencia de otras épocas, por una etapa de transición, arreglándose con “lo que hay”. Es decir, promover jugadores jóvenes pero no porque ese sea el criterio a sustentar, sino porque no queda otro remedio.
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Se sabía que no iba a ser fácil la cosa. Y la prueba está. Tres partidos; tres derrotas. Y ahora, después de la fecha 22, este jueves (5), una hora y media de reunión de los jugadores, antes de practicar, porque el tema, contrastes al margen, parece caminar por otros carriles.
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Hasta lo que se supo de movida, hay un marcado atraso en los pagos al plantel que, al presente (y más allá de las formas y los plazos) tendría sin cobrar diciembre, enero y febrero. Está claro que es una cuestión en la que, desde afuera, no puede emitirse ningún juicio lapidario. Porque, en definitiva, es la mecánica que le permite a los jugadores de fútbol dedicarse a eso, a jugar al fútbol. ¿O acaso están para otra cosa?.
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Sin embargo, sí, debe apuntarse al plano dirigencial. Porque el presidente es el que se ufana -favorecido por los “perioledistas” que siempre le han prestado micrófonos, cámaras o grabadores para que dijera lo suyo, sin re-preguntar por lo común- de tener siempre una solución al alcance de la mano, además de ser, absolutamente, dueño de la única verdad.
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Cuando “volvió” (si es que puede admitirse que alguna vez se fue) se encargó de “borrar” todo vestigio de movilización de los futbolistas. Se fueron demasiados integrantes del plantel, a sabiendas de la imposibilidad de hacer incorporaciones. Habrá que coincidir, como excusa, en que se habían elegido muy mal los refuerzos, que no rindieron en la medida de lo deseable, ni mucho menos.
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Pero hubo algún capricho aislado, también, que dejó afuera a un jugador con contrato profesional (Jorge Martínez) que no volvió a participar y al que no lo quiere el cuerpo técnico. Nunca se explicaron las razones, eso sí.
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¿Y ahora, qué?, es probable que muchos se pregunten. No hay mayores respuestas a la vista. Sólo se supo que, por ahora, la decisión es viajar (¿con normalidad?) a Santa Fe, para enfrentar a Unión (partido que va el domingo 8, a las 19.30, con el control de Daniel Raffa).
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¿Después?. Los jugadores esperan que, al retorno, ya la semana entrante, Ledo les abone, tal lo prometido, algo de la deuda. Dicen que les pagarían uno de dos meses que están atrasados (para el pago de febrero el plazo vencería el 20 de este mes).
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Verdad total o a medias (nunca se sabe), lo real es que encima de las derrotas, el “clima” no parece favorecer, para nada. Algo así como “sobre llovido, mojado”. Una verdadera lástima.
En el mejor momento de la primera rueda de la Primera B Nacional, cuando después de muy flojo comienzo el equipo de Olimpo consiguió seis victorias en fila, que sorprendieron realmente, tanto a propios como a extraños, llegó el fatídico paro de los profesionales, cuando All Boys era el rival de turno.
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No desentonaron los juveniles y rescataron un empate en Floresta. Y como la cosa venía para “sangría”, si así puede decirse, el pésimo manejo dirigencial (por entonces en manos de Sergio Zabaloy) hizo el resto.
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Descartados algunos de los protagonistas de esa “rebelión” (aunque fuera reclamando lo suyo, en un terreno en el que “los de afuera son de palo”), hubo de todo, entre buenas y malas, cuando se jugaba la “interna”, por la asamblea anual y la renovación de autoridades.
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Lo cierto, lo palpable o lo válido (como quiera llamársele) fue que esa serie de triunfos no se repitió y, lo que es peor, la cosa fue transformándose en caída libre. Hubo cambio de CD y volvió el “hacedor” del mejor momento olimpiense (Jorge Ledo), que llevó al aurinegro a Primera A… y que posibilitó, con buen tino, que volviera de inmediato, incluso, cuando le tocó descender.
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Pero una cosa es aquel dirigente, que se las sabía todas, y otra es el que reasumió en diciembre, tras los desaciertos del sustituto “inventado”, que llegó por esas intrigas palaciegas que se dan en los clubes, aunque nadie alcance a entenderlas. Y que son mucho menos entendibles cuando se trata de una institución del interior, de bien ganado prestigio, a la que “le costó un perú” acceder a la divisional de elite, aunque le acompañara una rica historia, que se remonta casi a medio siglo atrás.
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Con la vuelta después del receso (aunque en rigor todo se sabía antes) debió enfrentarse la realidad de las bajas por un lado y de la imposibilidad de generar altas, por otro, por las inhibiciones planteadas a nivel de AFA por jugadores que ya no están.
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El presidente amagó con patear la pelota hacia adelante hablando del 2010 (año del centenario) y la vuelta a Primera A para ese entonces. Y abogó, aunque se lo escucha poco, a diferencia de otras épocas, por una etapa de transición, arreglándose con “lo que hay”. Es decir, promover jugadores jóvenes pero no porque ese sea el criterio a sustentar, sino porque no queda otro remedio.
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Se sabía que no iba a ser fácil la cosa. Y la prueba está. Tres partidos; tres derrotas. Y ahora, después de la fecha 22, este jueves (5), una hora y media de reunión de los jugadores, antes de practicar, porque el tema, contrastes al margen, parece caminar por otros carriles.
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Hasta lo que se supo de movida, hay un marcado atraso en los pagos al plantel que, al presente (y más allá de las formas y los plazos) tendría sin cobrar diciembre, enero y febrero. Está claro que es una cuestión en la que, desde afuera, no puede emitirse ningún juicio lapidario. Porque, en definitiva, es la mecánica que le permite a los jugadores de fútbol dedicarse a eso, a jugar al fútbol. ¿O acaso están para otra cosa?.
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Sin embargo, sí, debe apuntarse al plano dirigencial. Porque el presidente es el que se ufana -favorecido por los “perioledistas” que siempre le han prestado micrófonos, cámaras o grabadores para que dijera lo suyo, sin re-preguntar por lo común- de tener siempre una solución al alcance de la mano, además de ser, absolutamente, dueño de la única verdad.
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Cuando “volvió” (si es que puede admitirse que alguna vez se fue) se encargó de “borrar” todo vestigio de movilización de los futbolistas. Se fueron demasiados integrantes del plantel, a sabiendas de la imposibilidad de hacer incorporaciones. Habrá que coincidir, como excusa, en que se habían elegido muy mal los refuerzos, que no rindieron en la medida de lo deseable, ni mucho menos.
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Pero hubo algún capricho aislado, también, que dejó afuera a un jugador con contrato profesional (Jorge Martínez) que no volvió a participar y al que no lo quiere el cuerpo técnico. Nunca se explicaron las razones, eso sí.
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¿Y ahora, qué?, es probable que muchos se pregunten. No hay mayores respuestas a la vista. Sólo se supo que, por ahora, la decisión es viajar (¿con normalidad?) a Santa Fe, para enfrentar a Unión (partido que va el domingo 8, a las 19.30, con el control de Daniel Raffa).
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¿Después?. Los jugadores esperan que, al retorno, ya la semana entrante, Ledo les abone, tal lo prometido, algo de la deuda. Dicen que les pagarían uno de dos meses que están atrasados (para el pago de febrero el plazo vencería el 20 de este mes).
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Verdad total o a medias (nunca se sabe), lo real es que encima de las derrotas, el “clima” no parece favorecer, para nada. Algo así como “sobre llovido, mojado”. Una verdadera lástima.
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