EL DEPORTE O… VIVIR DE RECUERDOS

A propósito de un evento; su entorno; y algún respeto que no se tiene.

La ciudad no tiene, ni por asomo, un buen presente deportivo, si de figuraciones más allá de lo estrictamente local se trata. Mantiene, eso sí, en algunas disciplinas, el firme basamento de sus divisiones formativas e incluso hasta juveniles. Lo cual, para ser sinceros, asegura una cierta posibilidad de “exportar” de tanto algunas figuras, sin que esas mismas puedan ser retenidas por una plaza a la que, siempre, “le faltan 5 para el peso”.

Nadie se pregunta a sí mismo (y mucho menos a los demás) si aquellos que obtienen algún beneficio directo de ciertas incursiones deportivas “fuera de la ciudad”, aportan algo significativo para mantener esas participaciones, por lo común ostensiblemente más flojas, según pasan las temporadas.

¿Hace falta acaso dar ejemplos de cómo se empobrecieron algunas instituciones que intentaron mantener ciertos niveles de jerarquía en sus presencias?. Cuando, por caso, Olimpo abandonó la alta competencia en básquetbol, todas eran penurias. Alguien, allí por 1994 tuvo la osadía de lanzar “un nuevo Olimpo” y un mes más tarde puso de relieve la crítica situación en la que “estaba” el aurinegro.

Andando el tiempo, la solución fue que asumiera un interventor (después presidente), para que se encargara de sanear a la entidad. ¡Y lo hizo!, llegando a encaramarlo otra vez en lugares de privilegio, tanto que lo llevó a la Primera A de AFA a fines del 2001, para que medio año después se codeara con los mejores del balompié de uno de los países más fuertes del mundo futbolísticamente hablando.

Pero claro, eso fue algo así como una aguja en un pajar (o la gota en un desierto). Y como tal, pese a alguna obra importante (como la renovación a full del Carminatti); y una interesante continuidad en la divisional máxima de AFA, la cosa volvió a sus cauces normales. Y allí está Olimpo debatiéndose, camino de su centenario, entre el peligro de un descenso (al Torneo Argentino A) y la utopía de volver a la Primera A, un objetivo para nada fácil cuando no se cuenta con respaldos económicos ciertos.

Y en eso está el quid de la cuestión, que no sólo margina a Olimpo fútbol, sino que lo sacó de la elite del básquetbol, así como obligó a Pacífico, en su momento, a dejar la liga; y determinó no pocas peripecias para Estudiantes; e impidió, hace poco, que El Nacional, de fulmíneo ascenso, conservara la categoría; y, lo que es más, estuviera a punto de no competir en el TNA de la próxima temporada.

Hay tibias realidades, que no dejan de ser esperanzadoras: el hóckey, con su cancha sintética, es una de ellas, que avizora la posibilidad de un buen futuro. Que el complejo deportivo Las Tres Villas sea considerado como centro de mediano rendimiento (aunque no se conozcan mayores detalles sobre ese anuncio), puede ser otra. La proyección de jóvenes tenistas locales, una tercera alternativa. El crecimiento del voleibol, otra. Puede haber alguna más que se nos escape en un sucinto repaso.

Estas reflexiones, de todas maneras, vienen a cuento porque en este jueves (30), la ciudad va a renovar, una vez más (por si hiciera falta) su costumbre de “vivir de recuerdos”, si de deportes se trata.

En otro tiempo, y muy largamente por cierto, a falta de otras conquistas, se recurrió a la evocación, año tras año, del título de la Copa Béccar Varela, conseguida por el renombrado seleccionado de la Liga del Sur, allá por el ’61. No nos extrañaría, incluso, que algún viejo periodista (de los que se han pasado la vida hojeando escritos de otros tiempos y autores, a falta de conocimiento real sobre “actualidades” de las nuevas épocas) estuviera bosquejando algún álbum, para cuando llegue el cincuentenario, bastante cercano, de aquel logro.

Van a jugar, en el mítico “Casanova”, Argentina y Australia, en básquetbol, por supuesto. Lo cual no está mal, claro, si no todo lo contrario. Al fin de cuentas, el técnico del plantel nacional que irá al Premundial de Puerto Rico es de Bahía Blanca. Y no mucho más, algo que también creemos que está claro, aunque no tanto.

Que la misma plantilla albiceleste entrenara, este miércoles (29), a puertas abiertas en Santa Fe 51, originó también una suerte de “aluvión” periodístico. ¿Era acaso un suceso?. No, pero no importa mayormente.

En la noche del Casanova habrá homenajes. Se les brindarán a Juan Alberto Esíl, Alejandro Montecchia y Juan Ignacio Sánchez, bahienses que han vestido la camiseta nacional, con no poca notoriedad. No está mal que se haga, por los jugadores. No tanto por quienes irán para no perderse, otra vez, de estar en las fotos.

Este viernes (31), habrá un partido solidario, a beneficio de DUBA, que protagonizarán un equipo de estrellas (con Espil, Montecchia y Sánchez incluidos) y un seleccionado local. Será en el Casanova.

Finalmente, desde este sábado (1), a las 8, pero en Pacífico, se hará lo que se llama “el partido más largo”, que se anuncia con una duración de 37 horas y para el cual las inscripciones ya están cerradas.

Todo esto, se enmarca en lo que se conoce, una vez más, como la Fiesta Nacional del Básquetbol. Después de anunciársela como “tercera edición”, dejó de aludirse a ese número. Les resultó más fácil, quizás, que reconocer que, allá por los ’80, este evento se hizo dos veces. Una paradoja, siendo que el deporte vive por aquí, esencialmente, de recuerdos. Aunque, por otro lado, se les falte el respeto.

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