EVOCANDO A UNA LEYENDA: “BETO” CABRERA



Empezó, como todo lo grande, en un pequeño equipo, el de Cruz del Sud. Una historia, ignorada, que merece ser re-contada.

Alberto Pedro Cabrera no había terminado la primaria (en la escuela 34) y ya formaba parte, muy chico aún, del grupo que despuntaba sus inquietudes por el deporte en lo que se conoció como el club Cruz del Sud, una agrupación “de barrio”, enclavada en la esquina de Thompson y España, que era el lugar de reunión, a la hora de jugar “a la pelota”, una costumbre bien a propósito de los años ’50.

Ese club, que adoptó como suyo el color celeste (que vestiría en los equipos de fútbol y básquetbol “independiente”; pero también en sus representaciones federadas para el softbol y el voleibol, disciplinas que junto al atletismo practicó oficialmente), nació el 1 de marzo de 1957.

En sus formaciones de fútbol (al arco) y básquetbol (una especie de alero) jugó “Beto”, muy de chico, casi simultáneamente con sus interminables lanzamientos al cesto, desde cualquier posición, en la prontamente desaparecida cancha de Juventud Unida, en Angel Brunel y Villarino, a pocos metros de su casa.

“Beto” tomaba clases particulares en mi casa, recibiendo enseñanzas de mi hermana mayor, Teresita, flamante egresada como maestra del Colegio La Inmaculada. Un poco por eso y otro tanto por ser “del barrio”, se integró a aquellos equipos de Cruz del Sud, antes de “ficharse” en Estudiantes, por entonces con divisiones menores que hicieron época de la mano del recordado Víctor Barco.

Por afinidad del pequeño club con el sector de la parroquia Santa Teresita (ya sin los equipos de fútbol que habían sido una constante allí), se dio una circunstancia si se quiere atípica: Cruz del Sud se adhirió a algo que fue, del ’57 en adelante, una incipiente Liga Deportiva Interparroquial, generada por la juventud arquidiocesana de la Acción Católica Argentina.

Por esas cosas que alguna vez ocurren (aunque no se repitan después, sin que pueden explicarse las razones) una olimpiada regional (Bahía Blanca, Tres Arroyos, Coronel Pringles y Punta Alta los participantes) tuvo al equipo del que formaba parte Cabrera, en básquetbol, como ganador, representando a nuestra ciudad.

Básicamente, lo integraban Néstor Adolfo Sánchez, Vicente Eduardo Trinquetella, Luis Alberto Martínez, quien esto escribe (Luis María Serralunga) y, precisamente, para decirlo con todas las letras, Alberto Pedro Cabrera.

Fue, con camiseta celeste, aquel entrañable conjunto de barrio (que solía entrenar y jugar amistosos y torneos “barrio contra barrio”, en las canchas de Barracas Central, Independiente, Juventud Unida y también Pacífico) el que le dio a “Beto” su primer título de campeón.

Hemos dicho, incontables veces ahí donde hemos podido expresarlo, que fue una pequeñísima página (la primera, por eso irrepetible) de la historia brillante, casi sin parangón –sólo comparable a la “legión dorada”- que escribió “Beto”. Uno no le enseñó, ni mucho menos, a jugar al básquetbol. Lo llevó, cuando los “delegados” o “dirigentes amateur” eran todo lo que había en la materia, a asumir el deporte, el básquetbol en este caso, casi como la razón de ser de su juventud. Todo lo otro, que llenó páginas escritas, horas de radio y miles de imágenes por televisión, no debe, aunque pueda, borrar aquello que, como comienzo, también es histórico. Sin embargo, los lugares comunes, a los que esta ciudad es tan afecta, han elegido ignorarlo.

Desde este blog, humilde pero serio sitio periodístico de este tiempo, tenemos la obligación de no dejar que ese hecho pase desapercibido, a diez años de la partida de “Beto”. ¿Es que acaso alguien podrá decirnos que no tenemos derecho?.

Luis María Serralunga

FOTOS

Alberto Pedro Cabrera: ¿hay algo que no se haya dicho de él?.

De esto sí, nadie dice, salvo nosotros: Omar Piña (árbitro) y luego, "Beto", "Pirincho" Trinquetella, "Pichón" Sánchez, "Piri" Martínez y el que escribe este recuerdo, Luis María Serralunga. Imagen que publicó el diario local en marzo de 1958.

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