MALTRATO AURINEGRO

Desde siempre (y ya van 62 años de esto), ir a la cancha ha sido una fiesta.

Lo era cuando uno iba de chico; siguió siéndolo después, de joven; y mucho más cuando, andando los años, uno tuvo la suerte de sumar a los hijos, con similar o acentuado “hinchismo” por esa oro y negro de los sueños deportivos.

El ejercicio de la función periodística, por más de medio siglo, no impidió, sino que podría decirse que todo lo contrario, que uno siguiera yendo al mismo lugar, en el esquinero de Avenida Colón y Angel Brunel. Para disfrutar (para sufrir también), en el tablón y después en el cemento del Carminatti).

¡Y dale que vá!, siempre con la misma pasión. En el ascenso; en la Primera A, como ahora otra vez.

Un buen día se nos ocurrió que, como en los viejos tiempos con los hijos, bien podríamos ir a la cancha con la más chica, la benjamina de la familia, Renata (hoy, 8 años). Fuimos una vez.

Ahora, para este domingo (3), partido contra Colón de Santa Fe (el club del que son “fanas” los Serralunga santafesinos, pensamos repetir la grata experiencia. Consultamos, en conciencia de las limitaciones que, para el ingreso, tiene el fútbol de hoy. “Por excepción, se venden entradas, incluidas las que son para menores, mañana (por este domingo 3), en el estadio”, nos dijo la administrativa en Sarmiento 52, este sábado (2), casi cerca del mediodía.

Y allá fuimos, al estadio, este domingo (3), cerca del mediodía. Ventanilla de venta de localidades (sólo plateas), sobre Angel Brunel. Pedimos una entrada “para menor”. ¡No se venden!, la respuesta, del impresentable “boletero”, que estaba también en las oficinas cuando fuimos a preguntar. ¡Sólo entradas visitantes, por Chile!, la única explicación. “Soy socio y lo que busco es una entrada (menor) para ésta tribuna”, explicamos. ¿Para qué?, si ya avizorábamos la respuesta. ¿Podía acaso esperarse otra cosa?.

Por un agregado ininteligible, intentamos, un instante después, ir hasta la tribuna que da sobre Chile. Acceso denegado. ¿La Policía?: “sólo hacemos el cacheo”.

Nos fuimos. Adiós posibilidad de ir con la más chica de la familia, preparada de antemano para ir al partido. Como antes los que a su turno fueron los más chicos. Cuando todavía, además, había alguien con quien tratar, civilizadamente, algún tema de acceso al estadio (tiempos de don Mario Macagno; del “Pipa” Migliorini; y, otrora, don José Blanco Pereyra, un gerente con todas las letras, cuando el presidente era don Domingo Ighina.

Ahora, en la antesala del centenario, Olimpo es la máquina de impedir; de prohibir sobre lo prohibido. De, en fin, un maltrato permanente, a quienes debieran ser respetados, por encima de cualquier otra cosa…

L.M.S.

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