EL FÚTBOL A LA DERIVA

El rotundo fracaso de la Copa América, por la eliminación de la Selección Nacional, por penales, ante el después campeón Uruguay, desencadenó una crisis que se veía venir. Seguramente, ni siquiera el más agorero vislumbraba un resultado tan adverso.

Porque no llegar a la final, siendo el dueño de casa, era algo impensado, pese a los “fantasmas” que acechan desde siempre en cuanto al rendimiento de un equipo argentino que ganó poco y nada desde hace años, salvo la última conquista olímpica, que hacía soñar, tiempo mediante, en un futuro que quedó sólo en un espejismo.

Lo que sobrevino después, es sólo la consecuencia de desaciertos que no son nuevos. Y que, quiérase o no, se pusieron de manifiesto con la caída de River Plate, un indiscutido histórico, a la Primera B Nacional.

Lo siguiente, es casi de no creer. Porque decidir, aunque ad referéndum de la asamblea del 18 de octubre, la unificación de los equipos de Primera A y la B Nacional, en un torneo integrado, desde la temporada 2012/13, es algo rayano en el desatino.

Es cierto que un certamen mayor, el de elite, ya sin cuatro de los clásicos tradicionales –Boca-River; San Lorenzo-Huracán; Newell’s-Rosario; y Estudiantes-Gimnasia – parece empequeñecido. Pero resolver las carencias con otro desacierto mayor, que premia a los que no hacen y castiga a quienes todavía intentan algo a favor, sólo puede estar en la mente del “mandamás” Julio Grondona, a esta altura uno de los males que necesariamente deberá erradicar el sistema, si es que alienta la ilusión de un mañana mejor.

Si, como dicen, está el gobierno detrás de toda esta patraña, es algo que aunque por aproximación podría estimarse como cierto, debe tenerse en cuenta sólo con reservas.

Si el aporte del “fútbol para todos” crecería de 600 a 1.200 millones de pesos, es otro detalle “tirado al azar” que sólo con el transcurrir de los hechos podrá comprobarse.

Que entre medio de todo eso aparezca la destitución lisa y llana de Sergio Batista, ni siquiera notificado (según se especula) de esa circunstancia (aunque lo sabía de antemano por los medios), es otra de las falencias que pone al descubierto la precariedad dentro de la cual se maneja todo, en el entorno de uno de los grandes negocios del país, como es el del fútbol.

Porque habrá que coincidir, sí, en la poco feliz gestión del “Checho”, que amagó con hacer mucho e hizo casi nada (tirando por la borda, incluso, el innegable prestigio del “cuadro” nacional, con algún resultado lapidario en contra. Pero de allí a defenestrarlo como se hizo, hay mucha distancia. Y ya está Alejandro Sabella, poco menos que asumiendo (se dice que lo hará en la semana entrante) la conducción del equipo, de cara a ciertos amistosos y, lo que es mucha más importante, al calendario de las eliminatorias que conducirán a Brasil 2014 y que principiarán el 7 de octubre.

Entremezclado, se ha dicho por allí (y algo escuchamos en la emisión de Fernando Bravo por Continental) que el Monumental (sí, el estadio de River) debería ser inhabilitado por las falencias que ha provocado en su estructura la continuidad de ciertos festivales musicales. En buen romance, se ha dicho que la “Catedral” del fútbol argentino, sufre los efectos de haber sido utilizado para espectáculos que no son para aquello para lo cual el estadio está preparado.

Hay, si se quiere, una serie de hechos concurrentes, seriamente fundados o no, que estarían precipitando un estado de cosas para nada favorable respecto del fútbol argentino, en lo interno; y en aquello que siempre fue distintivo, hacia afuera.

En lo de cabotaje, el Apertura 2011, a una semana de su comienzo, nace en medio de la incertidumbre generalizada sobre cómo será el devenir de las competencias por venir. En lo que va de las puertas hacia otros ámbitos, con la imagen de la Selección Nacional, el cuadro de situación no parece mucho más halagüeño.

No se trata de ocultar realidades, para salvar el “negocio” que es el fútbol, en todo sentido. Tampoco es cuestión, por intereses subalternos, de echar definitivamente todo por la borda, porque, quiérase o no, todavía el juego de la pelota sigue siendo el más atractivo para todos.

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