MÁS DE LO MISMO EN 9 DE JULIO 62

Sigue el presidente que ya lleva 15 años en el máximo cargo de la ABB.

No por mera casualidad al deporte de la ciudad le va como le va. Excepción hecha del mejor momento de Olimpo en fútbol, que consiguió en diciembre del 2001 su mayor logro, al ganar por las propias el ascenso a la Primera A de la que es una de las plazas más competitivas del mundo (pese a los desaguisados de AFA y de los clubes, un mal que viene de lejos) y algún tibio paso de los clubes bahienses en los principios de la Liga Nacional de básquetbol, nunca Bahía Blanca ha conseguido estar al tope del deporte super profesional de hoy en día.

Se dirá que esto es consecuencia de una prudente cautela dirigencial a la hora de optar por algunas actitudes: empeñar a sus clubes en procura de objetivos deportivos lejos del alcance por razones económicas (algo que no estaría bien); y caso contrario, limitar aspiraciones, transitando por alguna meseta intermedia, con menores exigencias.

Ni tan, ni tan poco: y tampoco la pavada. Porque se sabe de momentos muy difíciles atravesados por algunas instituciones (por salirse de cauce en sus pretensiones); y se conoce que “se intenta pero no se llega”, a las metas deseadas.

En medio de todo eso, hay “posturas” (se dice una cosa pero se hace lo contrario); y la realidad es que no pocas veces ocurre eso de que “faltan 5 para el peso”.

¿A qué vienen estas consideraciones?. Simplemente, a que no hay decisiones, desde las bases, que ayuden a cambiar el rumbo. Todo lo contrario, se opta por “seguir como antes”, aunque pasen los años. La consecuencia es obvia: se está cada vez más lejos.

Termina de materializarse un ejemplo más, que viene a cuento de las cosas que no se cambian porque no se quiere cambiar, simplemente.

Este viernes (5) hubo asamblea en la Asociación Bahiense de Básquetbol. Y en la octogenaria entidad de 9 de Julio 62, los clubes (al fin cuentas los “dueños”; o el soporte sin el cual la ABB “no sería”; y no como algún iluminado ha querido hacer creer, diciendo hasta el hartazgo que lo fundamental es la asociación y no los clubes que la forman) prefirieron no complicarse demasiado y “renovaron” (lo que es simplemente una manera de decir) dejando lo mismo que había (que es lo que hay desde hace ya ¡15 años!, nada menos).

El “beneficiario” de este mecanismo ha sido quien preside el ente rector desde hace 3 lustros y que, en la previa, volvió a utilizar los mismos argumentos de siempre para quedarse en ese sillón.

Llama la atención (o no tanto, conociendo el paño) que se haya insistido, con la complacencia de un periodismo que nunca re-pregunta, con la ausencia de gente dispuesta a “hacerse cargo” (si se permite esa expresión) de la ABB, para quebrar (o poner término) a un continuismo que no es saludable allí ni en ningún lado que se la parezca.

A un eventual candidato lo debe proponer un club. Según lo dispone el artículo 9 (inciso b) de las normas reglamentarias, para el consejo directivo, esa cláusula determina que cada socio activo (club afiliado) designará un consejero, y de éstos la asamblea, por votación secreta, designará ocho miembros titulares y los restantes serán suplentes. En tanto, el inciso “d”, para presidente y vicepresidente de la Asociación Bahiense de Básquetbol, la asamblea, por votación secreta designará a las personas que regirán los destinos de la misma.

Está claro entonces que, lamentablemente, la renovación de la presidencia de la ABB no pasa, simplemente, por el voluntarismo de una persona. Debe nominarlo algún club y respaldarlo los demás.

Sin embargo, tras un “prudencial e intencionado silencio de radio”, el ahora reelecto titular de la asociación aludió, sólo pocas horas antes de la asamblea, a una postura personal que no es para nada nueva, porque se ha venido repitiendo en las últimas ocasiones en que correspondía “renovar” el máximo cargo de 9 de Julio 62.

“Nadie me dijo nada sobre si hay otra gente con ganas de asumir”, expresó el “mandamás”, añadiendo que “si nos lo piden, seguiremos; pero ya hay que ir formando a otra gente; que se sumen más”.

Contradiciéndose, agregaría que “los clubes ya me hicieron saber que quieren que siga, sobre todo por la confianza y por los contactos que tengo en federación y la confederación”. Y todo eso lo dijo “sin ponerse colorado”.

¿Cuál fue el resultado?. La confirmación del mismo presidente y un “les agradezco a todos, porque no es que no me guste seguir”, manifestado a los asambleístas.

Nadie pareció inmutarse con el mantenimiento de un estado de cosas que arrastra ya nada menos que 15 años. Nada hace presagiar, tampoco, mayores cambios andando el calendario de este 2010 del Bicentenario que, en este como en un sinfín de casos más o menos similares, bien podría marcar el comienzo de algo nuevo.

No lo será, al menos, en la ABB. Sabemos que algún dirigente con buena experiencia en el tema, tenía “las ganas” necesarias para impulsar saludables aires de cambio en el ente rector del baloncesto local. Ignorado, por su falta de afinidad con el reelecto presidente, habría decidido ya abandonar todo intento a futuro. El continuismo, cuanto menos en ese caso puntual, ha logrado su objetivo. Lamentable, por cierto.

¡Ah!. Por si acaso, sería bueno recordar que el artículo 2 (inciso a) de los estatutos de la “entidad madre”, habla de “difundir, desarrollar, organizar, controlar y dirigir el básquetbol en el partido de Bahía Blanca”. Si en una ciudad que cuenta con más de una veintena de gimnasios dedicados al baloncesto, sólo los de Estudiantes y Olimpo serían escenarios habilitados para semifinales y finales de las competencias locales, hay algo que, evidentemente, no cierra. Sirve, cuanto menos, a manera de ejemplo del largo trecho que hay para recorrer para llegar al ideal. Sin renovación, ¡qué difícil!.